Cuando murió Damià, su hijo Biel, nieto del fundador, que acababa de terminar arquitectura técnica entre Barcelona y Londres, y que ya estaba matriculado para seguir estudiando ingeniería industrial en Barcelona, decidió volver y hacerse cargo del negocio familiar. Creía en la recuperación de la arquitectura tradicional y en la promoción del patrimonio y con estos valores inició una nueva etapa de la empresa que ha dado muchos más giros de los que nunca hubiera imaginado.
La pasión por la arquitectura, por la artesanía, y por una forma de entender Mallorca y el mundo, siempre combinada con la vocación de ir más allá, nos han llevado hasta hoy, a una empresa innovadora, todavía centrada en la arquitectura y el diseño tradicional, pero sobre todo contemporáneo e internacional.
La experiencia, un gran equipo, y el apoyo de maravillosos compañeros y de toda la familia, son los pilares para afrontar ahora el futuro, y contribuir, a través de la realización de colecciones, y piezas personalizadas o a medida, a la construcción de un mundo más diverso, más humano y más sostenible.